miércoles, 13 de agosto de 2014

En la primavera de 1994 me fue concedida una beca para Florencia que debía comenzar ese otoño y prolongarse hasta el verano de 1995. Nunca pude hacer uso de ella. Veinte años despues me fue concedida una beca similar y aquel viaje que comenzó en 1994 por fin llegaba a su conclusión. Lo no realizado adquirió con el tiempo el sentido de un origen. De una posibilidad donde la libertad se daba y que fue clausurada antes incluso de darse. No hay nada más perseverante en la memoria que una posibilidad, alberga en sí misma todas las posibilidades deseadas, todo lo que no fue, lo que no ha sido y por tanto nunca existirá: sólo una ficción, al fin. En la Academia encontré mensajes guardados de los que pudieron ser mis compañeros, y por un momento, creí cruzarme con aquel que debía yo haber sido hace veinte años.

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