lunes, 16 de enero de 2012

Hermosos titanes blancos corretean por el cielo bajo la luna. Iluminados por el sol abren las puertas azules. A través de su blancura se muestran objetos perdidos de deseo.
Aceldama se extiende hasta lugares que desconozco. Pero sé que en sus confines unos pilares oscuros, rematados con imágenes de mis padres, soportan una delicada verja dorada, tenue e iridiscente.
Hermosos titanes blancos guardan las puertas azules hasta el último día.
Sobre le vergel, entre las nubes, corretean sombras de náyades y centauros. Juegos prohibidos de niños entre azul y blanco caliente.
El sol cubre mi cara. Su calor reverbera en mí. De lejos vienen risas. Voces dulces y roncas. Risas. Siento la humedad de la hierba en mi espalda, su blandura en mis muslos. Su mano me acaricia l apierna imperceptiblemente.
Oigo al niño pollo gritando por le prado. Tántalo moderno contorsionando sus miembros atrofiados mientras vocea:
¡ Afortunados los eunucos y los impotentes por que ellos han conocido el placer y ya no desean !
Su piel prehidratada e hipersensibilizada por los amplificadores eléctricos se estiraba hasta desgarrar las protuberancias fotosensibles de sus ojos sin madurar.
¡ Afortunados los castrados y los enfermos porque ellos no tienen que razonar con su cuerpo¡
Su mano acaricia mis muslos, corre por mi vientre y apenas roza mis pezones.
El plano azul del cielo se recorta sobre mis ojos cerrados. Justo en el ángulo del recorte se forma una iridiscencia de colores. El niño-pollo ve mi aureola coloreada y se acerca desplegando los pétalos que forman sus lábios.
Ofreciéndome en la sorisa vertical de su boca placeres que no deseo. Su piel de pollo desaparece en una nube eléctrica quedando en el aire la sombra de sus protuberancias fotosensibles voláceas y asquerosas observándome.
Su mano asciende ya por mi cuello, recoge mi nuca y se deposita tiernamente en mis lasbios. Los dibuja. Y sin abrir los ojos sé que Lázaro ha vuelto.

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