lunes, 28 de septiembre de 2009




Aunque la última luz del día corría ya por lo más alto el más pequeño comenzaba a jugar en su habitación gris, inundada ahora de naranja por el sol. Dentro de su parquecito, que es un cubo perfecto colocado en el centro de la habitación rectangular, le rodean el pato negro, la muñeca roja, el ermitaño, el caballo de plástico verde y el mago, flores blancas, piezas multicolores y la pelota verde naranja violeta.
Él está en la habitación contigua sentado, a oscuras, mirándo al pequeño.
En otra habitación iluminada por luz electrica ella coloca atropelladamente las cosas en su bolsa.
La luz comienza a ser roja ahora. El pequeño y él se miran mientras ella se queda pensativa en la habitación iluminada por luz eléctrica.
- Sólo serán unos días, en cuanto acabe vuelvo.
- Pásalo bien y descansa todo lo que puedas.
La luz es de un intenso rojo ahora, apenas un filo bermellón en lo más alto del más alto tejado.
Él y ella no se han mirado y el tono de sus palabras es amable. Él coge al pequeño mientras ella coge la bolsa. Ya no hay luz en la habitación, la oscuridad es mayor que fuera.
- Pásalo bien.
- Adiós,.... cuidaros.
Ambos miran como desaparece bajando los escalones. Cuando cruzan la mirada ya saben que estarán siempre solos.
El pequeño le acaricia y él ya no le ve, perdidos los dos en la primera oscuridad de la tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario